miércoles, 11 de septiembre de 2013

Una mujer mediocre


Sé que volverá a interrumpir mi vida otra mujer mediocre
aparecerá cuando ya no me haga falta
cuando ya me haya recuperado 
de aquella otra mujer
Aparecerá 
cuando esparza de manera horizontal y homogénea
mi gracia, o mi alegría o mi yo que sé
que repartiré a los demás sin distinción 
sin esperar nada mas que brillos en los ojos
es entonces cuando de uno de esos brillos prenderá el deseo de alguna chiquilla
que tenga el alma seca como fajuelos de olivo
y como un vidrio olvidado aparecerá el amor
Todo el mundo sabrá que me está amando, excepto yo
que resistiré a asumir la jugada y me negaré por enésima vez
a salir de mi esquina , de mi lugar ahora habitable, de mi metro cuadrado
para perderme en el amar de una mujer mediocre
que me parecerá peor que la anterior
en la cual aún estaré pensando
y que me gustará menos que su amiga,
a la cual le daré todo lo que a ella le daría
y que por cobardía no me atrevo
y meteré por décima vez en mi vida a otra mujer mediocre
que se ganará a cada hora un trozo de mi vida,
luchando centímetro a centímetro mi cuerpo, mi alma y mi pasado
resistirá mis envites y rechazos
las historias sobre las virtudes de mis ex novias
y lo guapas que se peinaban
mis pequeños desvaríos, mis depresiones y enfados
mis ganas de morir y de vivir
y cuando ya sea totalmente mi mujer
cuando ya me pueda doler
cuando la esté amando
me abandonará por otro
que no sea tan complicado
pidiendo que la follen mejor
sin pedir tanto a cambio
y se llevará los brillos y las recetas
a camas mas sencillas
dejando atrás
a un hombre mediocre.
Algo pasó
Hace algún un tiempo,un año o así, en una tarde que probablemente era un Domingo de primavera, que es cuando los partidos ya son importantes. Estábamos en la grada viendo a nuestro equipo de fútbol luchar para mantenerse en la división de plata, como buenos socios. Uno de mis compañeros, R. se dirigió hacia mi con fuerza y convicción, muy insólito en él (R. que es como un niño de once años aunque tiene más de treinta y tantos tiene además una enfermedad mental bastante jodida, la esquizofrenia, por lo que atiborran a pastillas dejándolo medio zombie). Pues bueno, R. con un tono de voz muy serio y contundente se dirigió hacia mi y me dijo; Nosotros ya estamos salvados. En ese instante se hizo un silencio en el el estadio, yo no oía nada más, no podía centrar la mirada en nada y como si un rayo hubiera atravesado todo mi cráneo me quedé suspendido encima del árbitro.M e quedé de piedra y le miré perplejo además de un poco asustado, pero a la vez  muy tranquilo y aliviado, veía con claridad. Le miré y como si nada hubiera pasado  el siguió gritando, dejándose llevar por la grada en medio de los cánticos, entre las risas y los chillidos en su habitual tono histriónico. Sonreí y le miré, no se percató, así que continué viendo el partido junto a los demás entre cervezas, tácticas y grandes cambios Algo había pasado.

El Azteca